El costo real de la burocracia en Cuba
Solo con pagos a la burocracia se logran los trámites oficiales.
El costo real de la burocracia en Cuba
Solo con pagos a la burocracia se logran los trámites oficiales.
Resolver cualquier trámite puede convertirse en una verdadera odisea para el cubano, debido a la cantidad de trámites burocráticos impuestos por el gobierno. Además, los gastos en corrupción son elevados.
Las personas que han enfrentado esta especie de “Tela de Araña”, afirman que casi siempre han tenido que pagar dinero extra para poder resolver su problema sin tener que pasar por un difícil proceso queparecenunca va a terminar.
La Dirección Municipal de la Vivienda en la capital de La Habana es un ejemplo de la cantidad de trabas y prácticas de corrupción.
Solucionar trámites para sacar una licencia de construcción así como una propiedad, un cambio de dirección, etcétera…puede tardar varios años.
En 1997 el gobierno realizó el Decreto Ley 217/97, el cual señala que todo cubano que pretenda residir en La Habana debe contar con el permiso de las Direcciones Municipales de Arquitectura y Urbanismo. Aparentemente el permiso es para certifica que la vivienda “tiene las condiciones mínimas de habitabilidad”, pero de hecho la regulación fue creada para limitar el número de personas que emigran a La Habana desde las provincias.
Un documento oficial, expuesto en las oficinas del Carnet de Identidad del capitalino municipio Arroyo Naranjo, cita que sólo se harán cambios según “el Decreto ley 217/97 de las regulaciones migratorias en el país”, que sólo permite un cambio transitorio por seis meses y se otorga a través de la Dirección Municipal de la Vivienda, quienes evaluarán en este periodo de tiempo, si se permite el cambio permanente.
Lo anterior aplica incluso a cónyuges, las únicas excepciones son para padres, hijos, hermanos o nietos de los propietarios de la vivienda hacia donde se pretende comenzar a vivir.
Un policía que pertenece a la Unidad de Santiago de las Vegas, explicó que “por el Decreto ley 217, un ciudadano que se encuentre fuera de su lugar de residencia es declarado ilegal y deportado a su lugar de origen con una multa impuesta de hasta 300 pesos cubanos (equivalente a 11 dólares).
“Si reincide, puede ser sancionado hasta [con] tres años de prisión por el delito de desobediencia”, añadió.
Estas regulaciones pueden ser evitadas por cualquier persona que tiene dinero para pagar un soborno.
Un joven que prefirió no revelar su identidad yque emigró desde la provincia deGuantánamo hacia la capital junto a su esposa, explicó que tuvieron que pagar100 CUC Peso Cubano Convertible, equivalente a cien dólares estadounidenses y 2 mil 500 pesos cubanos- cada uno para hacer elcambio de dirección.
“Si no lo hacemos así no resolvíamos el cambio de dirección”, dijo el inmigrante refiriéndose al pago hecho y agregó: “si te pones a buscar la cantidad de documentos que te piden no terminas nunca y te sale más caro, además, ninguno de los dos tenemos familia aquí”.
El joven explicó cómo funciona el engaño.
“La gente de vivienda, buscan una persona aquí en La Habana que tenga el nombre y el apellido igual al de tu mamá o tu papá, y con su propiedad te hacen el cambio”, dijo el guantanamero.
La Declaración Universal de Derechos Humanos y el Pacto de Derechos Civiles y Políticos firmado, pero no ratificado por Cuba en 2008, garantiza el derecho al libre movimiento dentro de las fronteras de un país.
Las solicitudes de licencia para reparar o construir una vivienda presentan retos similares.
La Ley General de la Vivienda, en su Artículo 15, cita que “Las construcciones, remodelaciones y ampliaciones de viviendas individuales o en edificios múltiple, por esfuerzo propio de sus propietarios, deben ser autorizadas mediante licencia de construcción, expedida por la Dirección Municipal de la Vivienda correspondiente”.
Jorge Osorio, habanero de la tercera edad describió como funciona realmente el proceso de permisos.
“Yo desde que comencé a hacer mi casa todo fue ilegal y pagando dinero, de otra forma no me hubiese sido posible terminarla ni legalizarla”.
Calixto R. Martínez Árias, periodista freelance en Cuba)