Turistas extranjeros en la mira de sexoservidores habaneros
Para algunos hombres jóvenes, el comercio sexual ofrece ingresos que son inexistentes en el resto de la restringida economía.
Turistas extranjeros en la mira de sexoservidores habaneros
Para algunos hombres jóvenes, el comercio sexual ofrece ingresos que son inexistentes en el resto de la restringida economía.
Carlos Triana dejo la escuela cuando tenía 15 años y decidió prostituirse en el Vedado, una zona turística de La Habana.
Su familia era demasiado pobre para comprarle un par de zapatos o proveerle comida para una jornada escolar. “Encima debía soportar los insultos y la indiferencia por ser gay”, externó Triana.
Así que decidió emprender una doble vida, fingiendo con su familia que todavía iba a la escuela.
“Salía bien temprano en la mañana y pasaba todo el día caminando de punta a cabo la calle 23, tratando de ligarme algún Yuma [extranjero]” comentó Triana. “Al principio me fue difícil, pero le cogí el golpe y siempre consigo clientes que me pagan más de 50 CUC”.
Los CUC son “pesos convertibles”, una segunda moneda valuada uno a uno con el dólar de Estados Unidos.
Conoció a su pareja, Héctor Bermudez, a través del comercio sexual.
Bermudez se involucró porque tenía que mantener a su madre con discapacidad y un hermano en edad escolar.
“Mi mamá sufrió un accidente en el que perdió una pierna y poco tiempo después mi papá nos abandonó, yo aún no tenía la edad reglamentada para trabajar por lo que nadie quería emplearme” señaló Bermudez.
Después de la Revolución de 1959, las nuevas autoridades comunistas hicieron todos lo posible para erradicar la prostitución. El resurgimiento del comercio sexual data de los años noventa, cuando la asistencia económica soviética se paralizó y la industria turística comenzó a levantar el vuelo.
A las prostitutas que buscan a los turistas extranjeros, conocidas como “jineteras”, se les han sumado hombres conocidos como “pingueros”, quienes frecuentan un área conocida como “La Fuente” entre la calle 23 y Malecón en Vedado, donde se localizan los hoteles más famosos de La Habana. Ellos buscan extranjeros, cobrándoles entre 20 y 50 pesos convertibles.
Algunos pingueros declaran ser homosexuales, mientras que otros insisten en ser heterosexuales.
Como muestran las historias de Triana y Bermudez, la pobreza es uno de los factores que impulsan a jóvenes hombres y mujeres a convertirse en sexoservidores.
Un joven que se identificó como “Roco” dijo que en un principio estuvo de pinguero porque necesitaba el dinero, pero ha continuado para poder salir con sus novias.
“Es una manera fácil de buscar dinero, es casi un trabajo” comentó. “No lo disfruto”.
Una abogada de la Habana expresó que quienes se dedican a la prostitución pueden ser detenidos por la policía.
“Los jóvenes que se prostituyen, primero son advertidos mediante cartas por parte de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR)”, explicó la abogada, resaltando que en ocasiones subsecuentes “pueden ser procesados por el código penal por el delito de asedio al turismo de 1 a 4 años de privación de libertad en cárceles de mínima seguridad”.
Amalia Girón de 43 años, ha estado en el comercio sexual desde los 16 y fue sancionada en 1998 a tres años de prisión por ejercer esta actividad.
Comenta que nunca antes había visto tantos menores en el oficio como ahora.
“Hace 5 años podía hablar de casos aislados. Hoy conozco varios grupos de [adolescentes], que todas las noches salen a las calles a resolver los problemas económicos vendiendo sexo” expresó Girón. “No todos comparten esa preferencia sexual [homosexualidad], pero lo hacen por cuestión de necesidad”.
El psicólogo Pavel O. Reyes, con diversos estudios sobre el tema, opina que “de manera subconsciente” la prostitución “está institucionalizada en el pensamiento del pueblo como una actividad económica de naturaleza corriente”.
Esta noticia fue publicada por primera vez en el sitio web de IWPR.